NOTICIA
Memorias del “corralito”
Un grupo de vecinos descubren que perdieron todos sus ahorros debido a una estafa realizada por un abogado y el gerente de un banco, por lo cual se organizan y arman un plan para recuperar lo que les pertenece. Ello es, dicho en pocas palabras, el cuerpo del filme que estrenó iniciando el mes de julio el espacio De Nuestra América (Cubavisión, miércoles, 10:30 p.m.): La odisea de los giles, premio Goya a la mejor película iberoamericana el pasado año y Coral masculino en nuestro festival para uno de sus actores (Luis Brandoni), además de otros reconocimientos significativos. La dirigió Sebastián Borensztein, autor de películas siempre muy gustadas, como Un cuento chino o Kóblic.
El contexto que envuelve la historia es históricamente muy concreto: el llamado “corralito” argentino, a principios de los años 2000, cuando debido a una crisis económica sin precedentes los bancos limitaron las extracciones de sus clientes y miles de personas perdieron sus ahorros. Sobre ese momento discursaba un filme que pusimos recientemente en el mismo espacio, El hijo de la novia, del también argentino Juan José Campanella (El cuento de las comadrejas), solo que aquel lo hacía en medio del fenómeno (año 2001), mientras este rememora, a casi 20 años del mismo.
Al director le sobra en ingenio lo que le falta en profundidad para analizar el complejo marco elegido, algo que de ese modo no trasciende el mero pretexto para armar una tragicomedia algo cínica, con abundantes elementos de thriller, costumbrismo (al punto de que algunos gags pueden escapársele a públicos de otros países) y denuncia social, llena de peripecias chispeantes de todo tipo que presupone la línea genérica del equívoco y las situaciones, y resuelve todo a nivel de puesta y dramaturgia, de manera que el más exigente de los espectadores quede complacido, aunque, como dijera un colega del diario español El País: si bien… “la crónica de Borensztein es la de la justicia poética, el problema es que a la película le falta algo de enjundia, de desarrollo, de mala leche, de sólida denuncia, más allá del entretenimiento”.
Pero no pretendo, sinceramente, aguarles la fiesta. Repito que la cinta se deja ver con agrado y hace pasar muy buenos momentos, apoyada en elementos como el dinámico y ágil montaje a cargo de Alejandro Carrillo Penovi, la música complementaria de Federico Jusid, la dirección de arte de Daniel Gimelberg y las soberanas actuaciones, no solo del laureado Brandoni, sino de sus colegas Ricardo y Chino Darín, Rita Cortese, Verónica Llinás, Daniel Araoz, y todo su largo elenco. Disfrutarán entonces con La odisea de los giles, término, que para quien no lo sabe, significa en la norma argentina, y uruguaya, “tipo ingenuo, algo tonto”, lo cual tiene, por supuesto, una connotación irónica desde su título.
(Tomado de Cartelera Cine y Video, no. 175)