NOTICIA
Moviendo los caracoles: Termómetro del universo audiovisual cubano
La Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) cumple, en 2021, el sexagésimo aniversario de su fundación, por una feliz iniciativa del Comandante Fidel Castro Ruz (1926-2016), en el antológico discurso Palabras a los Intelectuales, pronunciado por el líder histórico de la Revolución Cubana, en la Biblioteca Nacional José Martí.
A propósito, el cumpleaños 60 de la UNEAC coincide con mis primeros 15 años de membresía en la sección de Crítica e Investigación, de la Asociación de Cine, Radio y Televisión.
En seis décadas de ininterrumpida labor artística, intelectual y político-ideológica en el sector de la cultura (en su acepción más amplia), es necesario hacer un recuento de la función básica indispensable desempeñada por la UNEAC como organización que no solo agrupa a la vanguardia de los creadores insulares, sino también canaliza la política cultural trazada por la Revolución.
En ese contexto, me corresponde esbozar la loable función desempeñada por el espacio Moviendo los caracoles, que auspicia la sección de Crítica e Investigación, de la Asociación de Cine, Radio y Televisión, en lo que al análisis y discusión de la producción audiovisual caribeña se refiere.
Dicho espacio se mantuvo en activo, con sede en la sala Villena, hasta marzo de 2020; fecha en que a la citada sección —por causas de fuerza mayor: la pandemia de COVID-19 que nos azota— no le quedó otra opción que suspenderlo, y posteriormente, llevarlo a la plataforma digital.
En el lapso en que desempeñara la función de cronista de esa actividad para el sitio web de la UNEAC, participé en un número considerable de sesiones de trabajo dedicadas a los materiales cinematográficos y televisivos cubanos, y en cuyo seno no solo se hacía —desde una óptica objetivo-subjetiva por excelencia— un balance desprejuiciado de los aspectos positivos y negativos que identifican a las obras estrenadas en la pequeña pantalla (sobre todo, las telenovelas u otros dramatizados), así como en las salas oscuras de nuestro archipiélago, sino también se exhibían filmes cubanos y foráneos para suscitar la polémica entre los participantes en ese espacio, donde prevalecía el respeto a la opinión del otro, porque su divisa fundamental se sustenta en un precepto ético: “la discusión científica no es un conflicto subjetivo entre personas, sino la confrontación de hechos objetivos”1.
Mi archivo mnémico evoca el ardiente debate de que fuera objeto la teleserie de producción nacional La cara oculta de la luna (el Canal CubaVisión —desde los meses finales de 2020— la repuso en el horario estelar de la telenovela cubana), cuya segunda historia destapó la Caja de Pandora, ya que en ella se trataba —en la pantalla chica— un tema controvertible y controvertido…, aún hoy: los hombres que tienen sexo con otros hombres.
No obstante la confrontación de criterios —coincidentes algunos, divergentes la mayoría— emitidos acerca de tan espinoso tema, estoy convencido de que quienes intervinieron en el debate desarrollado al efecto crecieron no solo desde la vertiente intelectual, sino también desde los puntos de vista humano y espiritual, ya que —según un aforismo griego— “de la discusión [civilizada] nace la luz”2; eso fue —precisamente— lo que ocurrió en aquella ocasión: la luz brilló sobre las tinieblas que —desde tiempos inmemoriales— eclipsan esa línea temática.
Por otra parte, quisiera referirme a la evaluación eminentemente estético-artística que un panel de expertos y los participantes en el espacio Moviendo los Caracoles hicieron del filme Zafiros: locura azul, cuyo estreno en los cines del país deviniera un éxito de público y de crítica, no solo por traer a la memoria poética de los cinéfilos cubanos las aventuras y desventuras de los integrantes del popular cuarteto Los Zafiros, sino también por obsequiarle al auditorio la posibilidad de ver —una vez más— ese laureado largometraje, donde las actuaciones de los artistas que les prestaron piel y alma a los miembros de la popular agrupación musical demostraron —con creces— la excelencia artístico-profesional que los caracteriza, tanto en la pantalla grande, como en otros medios audiovisuales.
Podría continuar emborronando cuartillas, pero prefiero ajustarme a la letra y al espíritu de un principio fundamental de la ética periodística: “si tienes algo importante que decir, no lo pienses dos veces, y dilo, pero cuando lo digas, cállate”3.
Referencias:
1. Camilo Goicochea Romano. Diccionario de citas. Barcelona: Editorial Labor, S.A., 1952: p. 145
2. Ídem: p. 146.
3. Ramón Becali. Martí corresponsal. La Habana: Editorial Orbe, 1976; p. 5