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Cine Cubano 9

Cine Cubano, travesía compartida

Mié, 05/06/2020

Aunque lo ha sido con creces, considerar la revista Cine Cubano toda una escuela, suena demasiado a lugar común, incluyendo el hecho de situarme, desde mis inicios, en un pupitre aventajado que me ha permitido lo que a todo alumno ávido: aprender y crecer intelectualmente.

Quizá sea mejor, entonces, hablar de un viaje maravilloso, de una gran aventura donde he disfrutado compartiendo con otros, que aquí serían ilustres colegas, editores y jefes de redacción, directores, diseñadores… pero sobre todo, lectores. Más de tres décadas dura esta complicidad, este diálogo provechoso, mutuamente enriquecedor desde que, a mediados de la década de los ochenta, comenzó una colaboración sistemática, ininterrumpida. Y ha sido, entre otros muchos privilegios, todo un honor.

Cine Cubano es la revista más antigua de su tipo en América Latina, una publicación sobreviviente, rara avis por tanto, mas también, y sobre todo, un corpus que se ha ido ensanchando para bien, perfilándose para mejor, superándose, embelleciéndose, enriqueciéndose(nos).

De estos más de treinta años (1984-2015) dan fe las páginas que siguen, en una apretada selección que significa también agrupación temática (con la ayuda inestimable del también prologuista, y seguidor primigenio de la revista, Francisco López Sacha) y que pretenden, no solo salvar del olvido un grupo de textos a los que toda revista —por muy importante que sea, como ya se ha dicho es el caso— con su inevitable inmediatez, expone, sino mostrar una evolución (estilística, conceptual) no solo del autor, sino también del contexto que, de un modo u otro, siempre condiciona, o por lo menos influye. 

En Cine Cubano he escrito de (casi) todo, he participado en la mayoría de sus secciones y acápites, y como varias décadas no son cosa de juego, esta suerte de antología ha tenido que aplicar (¿y cuál no?) el autobisturí. Algunos textos que considero importantes dentro de mi obra han sido ya recogidos en otros libros, por su afinidad temática; en otros casos, la siempre “tiranía del espacio” ha obligado a inevitables restricciones.
Sin embargo, el lector encontrará no poco. Los “compañeros de travesía” —realizadores y lectores de la revista— (re)visitarán o descubrirán, según su experiencia de viaje, para seguir con la metáfora; los que no acostumbran a consultar estas fuentes, quizá se interesen por algunos de los ítems abordados. 

Articulando…

En tanto género, es mayoría el artículo sobre cine, uno de mis favoritos; dado a hacer tanta crítica puntual se pensaría que descuidé materias más amplias, pero mi vocación —y pronta dedicación— ensayística, tuvo su génesis aquí. Estos y otros artículos fueron la semilla; de hecho, algunos fueron incorporados después, como ya decía, a anteriores libros, otros quizá ligeramente ampliados, pues contenían todos los elementos del género en que aquellos se enmarcaban. Figuras, movimientos, cinematografías, festivales, e incluso filmes —cuya importancia merecía un abordaje más profundo y multidireccional que el de la sección de reseñas— motivaron estos y otros artículos. Y como en todo lo demás, Cine Cubano fue un auténtico y provechoso taller.

El Este que fue

Uno de los testimonios que afortunadamente deja la revista es la manera en que el cine de los países entonces socialistas permeó la crítica, y en general, el periodismo cubanos; fueron años donde recibimos no solo muchas producciones de esos lugares —tanto en semanas dedicadas a la cultura como estrenos periódicos, mayoritarios respecto a otros— sino visitas personales de realizadores, productores, actores…
Muchas veces la prensa diaria (y hasta especializada) (de)mostró un vergonzoso acriticismo respecto al cine del Este; o hablando más en cubano, cierta adulonería equivalente a un igualitarismo que bien se sabe, hace mucho mal al arte… y a todo.

CC, en términos generales, escapó de esa tendencia, y detentó análogo espíritu escrutiñador y analítico al que impregnó el abordaje de los otros textos fílmicos, tras sus años iniciales, donde tal parcialidad se apreciaba sobre todo en la producción local.

Sin embargo, no evitó, todo lo contrario, la saludable cobertura respecto a esa omnipresencia del cine socialista —donde no es menos cierto que hubo también sucesos y maravillas— y prestó muchas de sus páginas para entrevistas, reseñas y artículos; el autor de esta antología personal se siente satisfecho de haber sido humilde testigo de un acontecimiento que hace décadas expiró y del que por suerte, páginas como estas han salvado del rotundo olvido. 

Ejerci(tan)endo el criterio

En Cine Cubano he ejercido una crítica más especializada, más extensa y quiero creer, más rigurosa. Aunque ya podía incursionar en la prensa diaria, no solo este medio exigía per se lenguaje y enfoques menos profundos, sino que el espacio era mucho menor.

De modo que, en la sección dedicada al ejercicio puntual del criterio respecto a filmes (primero llamada “Desde la moviola”; después, y hasta hoy, “De película”), podía también enmarcar al realizador en su propia obra, establecer nexos entre el nuevo filme y los anteriores, etc. 

Junto a otras revistas como Revolución y Cultura, La Gaceta de Cuba (durante mis inicios se llamaba La Nueva Gaceta), Tablas y Conjunto (especializadas en teatro), Clave y Salsa Cubana (sobre música), Cine Cubano desarrolló en mí la capacidad de análisis y la posibilidad de aplicar un método de abordaje al hecho artístico que mucho debe también a la Facultad de Letras, donde me licencié.

Y por ello, presento aquí un grupo de esas reseñas que me llenan de orgullo, no porque sean perfectas —quizá algunas ni siquiera buenas— sino porque significan el gerundio, la praxis de una profesión que ya sabía definitivamente mía. 

Por cierto, no solo discursan sobre películas, sino acerca de algo que la revista ha privilegiado: los libros en torno al propio cine.

La sección “Variaciones”, de Cine Cubano, ha detentado siempre la virtud de reflejar el cine también “impreso”, el que se lee a través de las páginas de un libro, y no solo los generados por la editorial del ICAIC (cada vez más poderosa y fructífera, dicho sea y no de paso) sino cualquiera que desde otros sellos, refleje los rumbos del cine tanto cubano como internacional, y el pensamiento en torno a este. 

Me encanta escribir sobre libros que a su vez discursen sobre el audiovisual (ya hace tiempo, como se sabe, hay que hablar más allá de la pantalla grande), por lo cual nunca he vacilado cada vez que las jefaturas de redacción de Cine Cubano me proponen un tema de ese tipo, cuando yo mismo no llevo las sugerencias. Aquí rescato algunos de ellos.

Ahora, las flechas regresan, y más de una vez me ha tocado a mí ser el objeto de la crítica. Varios colegas se han referido a mis propios libros de cine, que la revista ha acogido con su espléndido despliegue, no solo de páginas sino de un cuidadoso y sugestivo diseño.

La gratitud entonces, también, a estos “críticos de crítico(s)” por dedicar su tiempo y sus certeros análisis a mis letras; feliz de compartir el amor por ese imaginario glorioso que se nos desborda y nos impele a volcarlo en blanco y negro, con olor (¿sabor?) a tinta.

Honrar… 

Nunca preferí la entrevista dentro del periodismo, lo cual no resta que haya incursionado no poco dentro de ella. Lo cierto es que, entre compromisos e intereses personales, he realizado unas cuantas y me parece que no han quedado mal.

En las primeras, cuando mis inicios, e incluso mucho después, no existía aquello del cuestionario por correo electrónico, porque simplemente ni este ni internet siquiera se soñaban; pero lo mejor (o peor) es que tampoco contaba siquiera, en esos años fundacionales, con los medios elementales que facilitaran el trabajo, de ahí lo arduo y monótono que significaba el anotar primero y después transcribir los muchas veces largos intercambios con los entrevistados.

Pero podrán comprobar que casi siempre eludí el tradicional método de preguntas y respuestas, abrazando más bien una suerte de reportaje donde ambas se mezclaran o las interrogantes se sumaran al discurso central desde un estilo indirecto. 

Todos los abordados, eso sí, son ilustres figuras del cine y mucho más allá, y aparecen diseminados en los diferentes acápites, aunque hay uno específico donde me acerqué a grandes músicos cubanos, todos muy relacionados con la pantalla grande; gracias a Cine Cubano algunos de sus respetables criterios se han dado a conocer con mi humilde mediación. 

Hablando de homenajes, tres figuran esenciales dentro del cine, la literatura, el pensamiento todo de Cuba, me arrancaron acercamientos diversos en épocas diferentes: los desaparecidos, mas siempre entre nosotros, Sara Gómez, Luis Rogelio Nogueras y Rufo Caballero (en los dos últimos casos, como si fuera poco, vinculados estrechamente a la propia revista).

De la imagen poética a la fílmica 

Justamente el inolvidable Rufo me lo decía con frecuencia: “Tú eres, ante todo, un poeta” y yo no sé si creerle, junto a otros que sostienen tal criterio.

Lo cierto es que a mi faceta ficcional, imaginal 100 por ciento, no podía escapar tampoco el cine como materia, como fuente inspiradora; CC tuvo a bien incorporar desde hace ya muchos años la sección “Minerva traduce el mar”, que tomando prestado el título del hermoso documental de Humberto Solás —verdadero poema fílmico— agrupara desde sus números iniciales, poesía dedicada al séptimo arte.

Aquí dejo mi paso por el lírico rubro, en un cierre que abre otra puerta… y una promesa: la continuidad en el trabajo dentro de una revista que sigue y seguirá inspirándome y arrancándome colaboraciones… hasta que la muerte nos separe.

(Tomado de El cineasta que llevo dentro. Más de 30 años en la Revista Cine cubano, Ediciones ICAIC, 2017).