NOTICIA
Con los ojos cerrados
Gracias a la tecnología y al empeño de un grupo de realizadores, promotores, especialistas, y demás, en Cuba las personas ciegas y débiles visuales pueden disfrutar del cine y dejarse llevar por lo apasionante que resulta sentarse en una luneta para conocer historias, y con ellas divertirse, llorar, reflexionar, aprender. Se trata de una experiencia inimaginable un tiempo atrás, cuando el mundo del celuloide consistía casi exclusivamente en una imagen en movimiento con sonido.
Puede ser un eufemismo, pero "ver" el cine a través de la algarabía de las palabras que se acomodan a los efectos sonoros, solo con los oídos, es lo más grande que le ha pasado a la comunidad de ciegos en nuestro país.
Para una persona vidente pareciera que no son tan numerosos, o que hasta el momento estaban todos escondidos, relegados en sus casas —porque pueden pasar semanas y meses sin que uno vea a un ciego. Sin embargo, desde la primera convocatoria en La Habana para ir al cine con exclusividad, emergieron y fue como un maremoto, un torbellino combinado con el embrollo que se crea entre bastones y gritos de individuos que no encontraban otra manera de hacerse notar, de ubicarse en tiempo y espacio, y de censar y saber de los demás.
Así fue hace nueve años, cuando surgió el proyecto Tocando la Luz: una multitud de ciegos a las puertas del cine La Rampa, en El Vedado, en algunos casos acompañados por familiares, amigos, e incluso con mascotas lazarillos. Una realidad que se repite, invariablemente, cada mes, con excepción de julio y agosto, cuando la cita se convierte en una fiesta semanal.
El proyecto
Al conversar con Jorge Alberto González Frómeta, especialista del Proyecto 23 del ICAIC y fundador del cine club para ciegos, se hace evidente su emoción por lo logrado.
"Tocando la Luz es un sueño alcanzado. Durante muchos años estuve pensando en la idea de proyectar cine para discapacitados visuales. En 2004 se presentó en La Habana la primera película con audiodescripción: el filme argentino En fin, el mar, que trata sobre un tema cubano. La película se había exhibido en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, donde pasó sin penas ni glorias. Luego, el equipo de producción le hizo audiodescripción, y acudió al Proyecto 23 para proponer llevarlo al cine. Tenían esa idea porque ya antes habían hecho un trabajo similar en Buenos Aires, así que se hizo siguiendo sus experiencias".
El cine Chaplin fue el escogido. Allí les vendaron los ojos a todos en la sala, incluso a videntes, para que cada uno pudiera recibir la película en un ambiente exacto: con antifaces, bajo el mismo poder hipnótico de los sonidos, con la guía suprema del lenguaje hablado. Ese fue el momento de quiebra para Frómeta. Lo que allí vivió le marcó para siempre, y desde ese día trabajó por crear el proyecto y acercar el cine nuevamente a aquellas personas que alguna vez pudieron conocerlo, pero que en ese momento la oscuridad les apartaba. La misma euforia le reportaba pensar en hacer que pudieran descubrirlo aquellos que nunca lo conocieron. Se trataba de una experiencia única en Cuba, difícil, pero su personalidad insistente y positiva le llevó al éxito.
"Tuve la gran suerte de trabajar como organizador en esa proyección en el Chaplin. Fue un mediodía, y ese día llovió. Por un instante pensamos que todo cuanto habíamos hecho se iba a fastidiar y no iba a dar frutos; no obstante, empezaron a llegar, y llegaban de todas las maneras, de los lugares más lejanos. Hubo hasta quien vino con un perro. A mí aquello me emocionó muchísimo, porque no podía creer que fuera tan amplia la convocatoria ni que vendrían tantos, a pesar de las condiciones del tiempo. Al finalizar la proyección empecé a hablar con ellos y sus mensajes me calaron. Me llegó al alma cada frase, cada palabra, porque me contaron sus experiencias e historias de vida".
Cuenta Frómeta que aquel día de 2004 fue muy importante. Muchos de quienes acudieron eran ciegos de nacimiento, otros sí habían tenido antes la experiencia del cine, y luego perdieron la visión. En ambos casos no sabían cómo agradecer aquello que tomaban como un "gesto"; unos pensaron que jamás iban a volver a sentarse frente a la pantalla grande, otros nunca imaginaron que pudieran hacerlo alguna vez. Todos lo asumieron como la maravilla del siglo.
"Yo me dije: esto es lo que quiero hacer, pero hacerlo sistemáticamente, no solo en efemérides o porque sea domingo". Le costó muchos años, porque no fue hasta 2011 que su idea se convirtió en realidad. Más de cien personas acudieron a aquella primera cita. "Me excitó muchísimo, ellos sintieron que los apreciaban. Del público gritaban agradecidos por acordarnos de ellos, y eso era justamente lo que yo quería, que se sintieran parte".
Audiodescripción
Aunque en Cuba aún no llega a la década, la técnica surgió en el siglo pasado y se implementó con mucho éxito.
"El cine para ciegos es la misma película que estamos acostumbrados a ver, pero con una pista de audiodescripción que se le incorpora. Esta es una modalidad que se creó en los años setenta en Estados Unidos, allí fue puesta en práctica y tuvo muy buenos resultados. En España, Francia e Inglaterra la adoptaron e implementaron de inmediato; incluso en esos países se crearon empresas que se dedicaron únicamente a escoger las películas, hacerles un guion con audiodescripción y finalmente proyectarlas para ese tipo de personas. España ha hecho una magnífica labor durante todos estos años, por eso en nuestras búsquedas siempre prevalecen las películas españolas".
La audiodescripción posibilita acercar el cine a ciegos y débiles visuales. Existen distintas modalidades, aunque muchas de ellas no describen colores, algo muy importante para Frómeta: "La vida está llena de matices, la vida no es en blanco y negro, y para ellos tiene que ser igual de colorida, como lo es para nosotros. Además, unos son ciegos de nacimiento, pero no todos. Es por eso que algunos guionistas ya empiezan a agregarle el color, porque no se lo puedes negar a quienes sí lo conocieron. Muchas veces preguntan cómo iba vestido el personaje o cómo era la mañana, y apoyarse en el color es importante cuando se describe.
En audiodescripción hay que contar lo que el director quiso mostrar exactamente, describir cada imagen o secuencia con total fidelidad, sin alterar ni un detalle. Se relata sencillamente con los códigos que están expuestos, sin utilizar otro recurso, y eso es lo que hacemos con el departamento de Doblaje y Subtitulaje, más conocido como 14B, del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT)".
Hace muchos años en Cuba hubo un tiempo en que se hacían las películas con audiodescripción, "pero eran de una pésima calidad", y cuando en 2011 Frómeta buscó aquellos filmes, que hasta estaban empolvados, se molestó muchísimo al comprobar que en la Isla aquel trabajo aún se hacía en casetes, a pesar de lo avanzada que estaba la tecnología en el mundo. "Esos casetes tienen sesenta minutos, y no muchos largometrajes duran tan poco tiempo, por tanto, para que cupieran había que cortar las películas y volver a pegar en el lugar exacto donde se había hecho el corte, y en consecuencia aquello era una longaniza que nadie podía entender. Empecé a luchar contra eso, poco a poco, porque cambiar costumbres es lo más difícil, pero lo logré, y hoy tenemos películas de calidad en soportes dignos".
Las películas
"Hemos trabajado muchísimo durante todos estos años para acercarles el cine a los invidentes—cuenta Frómeta—; tenemos ya más de cien filmes con audiodescripción, y se la incorporamos a toda película cubana que se estrena. Hemos preparado contenidos de todo tipo, porque de la misma manera en que nosotros podemos elegir una película, ir o no a verla, ellos en el cine club tienen también la posibilidad de hacerlo.
En cada función les hablamos de la próxima cita y de esa manera se embullan y planifican para volver. Muchas veces les llevamos a los realizadores de las películas cubanas. Han pasado por el cine club directores como Fernando Pérez y Lester Hamlet".
El 6 de julio de 2011 fue el punto de partida. "Empezamos a incorporar películas cubanas del pasado, pero al mismo tiempo les dábamos lo más actual. Fue importante para nosotros llevarles clásicos como Los pájaros tirándole a la escopeta, Se permuta, y tantas más. Fue un poco de trampa, porque sabía que películas como esas no podían quedar mal, y yo quería que se embullaran de verdad, así que el resultado fue más que bueno. No me puedo quejar.
Lo que proyectamos lo escogemos de lo que vamos encontrando y buscando. Nos gusta mucho lo que viene de España, porque son muy buenas sus audiodescripciones. Como los audiovisuales cubanos los ponemos todos, y son prioridad, aún tenemos mucho material".
Según Frómeta, los debates que siguen a cada proyección son magníficos, porque se discute sobre cada detalle, y percibes que los códigos de comunicación no cambian y que el guion de audiodescripción se acopla perfectamente a la película, a la idea del director.
La experiencia
Antes no era común ver a una persona ciega en el cine. Cuentan que cuando excepcionalmente iban, se apoyaban en la narración de un acompañante vidente a su lado que les relataba todo cuanto creía interesante. Sin embargo, tal dependencia no resultaba muy cómoda, y además siempre quedaban detalles que se les escapaban al narrador-acompañante.
Gracias al desarrollo tecnológico, el cine es hoy más accesible. A través de técnicas de audiodescripción, se reciben explicaciones casi exactas de las escenas. Con palabras saben cómo son los paisajes y los personajes, sus gestos, cómo caminan y visten. Y tal narración no interfiere en los diálogos, porque se alternan de forma totalmente sincronizada.
En la actualidad viven en Cuba más de treinta mil ciegos. Guillermo Rodríguez Llerena perdió la visión en 1984 y nunca pensó que volvería a la luneta a disfrutar una película. "Para nosotros, las personas que tenemos discapacidad visual, disfrutar del cine nuevamente es, en primer lugar, novedoso; y, en segundo lugar, es muy importante, porque nos hace sentir como lo que somos, personas. Que tengamos una discapacidad es casi insignificante. Queremos que nos traten como corresponde. Somos seres humanos, y como todos, nos gusta disfrutar y tener acceso a las opciones culturales y recreativas. El cine nos ha devuelto ese lugar. La audiodescripción lo es todo para nosotros.
El proyecto Tocando la Luz es muy importante, porque además nos permite sentirnos parte, socializar nuevamente. Al cine vamos con familiares, parejas, hijos, por tanto, es también punto de encuentro, hemos conocido personas nuevas. A veces cuando termina la película nos ponemos de acuerdo y nos vamos a disfrutar de otros entornos cercanos al cine, como el Malecón habanero o el Coppelia.
El proyecto nos ayuda a crecer. Sin duda alguna hemos podido apreciarlo en estos años que ya tiene el cine club. Ir al cine como cualquier espectador nos ha posibilitado alcanzar ese nivel de cultura y de relaciones humanas que nos faltaba. Tocando la Luz nos ofrece la oportunidad de conocer sobre el séptimo arte en todos los sentidos".
El alcance
Hoy Tocando la Luz está presente en Granma, Holguín, Camagüey y La Habana, con gran posibilidad de iniciar pronto en Ciego de Ávila y Guantánamo. Cada región lo acomoda a sus necesidades y en el horario que le sea más factible, porque fuera de la capital es muy complejo movilizarse. Las distancias son muy extensas, por lo que en las provincias se han abierto varias sedes en diferentes municipios.
Es un tema de gran demanda, pero hay que buscar condiciones. Afortunadamente, a punto de cumplir una década, este proyecto sociocultural audiovisual inclusivo goza de mecanismos para mantenerse, y cuenta con un público ávido de cinematografía. Entre todos, el ICAIC, la Asociación Nacional de Ciegos y Débiles Visuales y el ICRT, trabajan para seguir llevando al cine club propuestas interesantes para la comunidad de los ciegos en Cuba.
(Texto publicado en la revista Cine Cubano, nro. 206-207, cedido por el equipo de redacción para su publicación en Cubacine)