NOTICIA
Lo que dijo la bartender
Una cosa piensa el borracho y otra la bartender es el jocoso titulo de la muestra colectiva que por estos días acoge el Pabellón Cuba. Organizada y producida por la Asociación Hermanos Saíz (AHS) con motivo del 41 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, incluye cinco instalaciones de seis jóvenes artistas, a saber: Nelson Barrera, Leonardo Luis, Sergio Marrero, Andy Mendoza, Víctor Piverno y Harold Ramírez. La curaduría estuvo a cargo de Evelynn Álvarez, quien contó con la asistencia de Mario Enrique Briño (el Mayo).
A pesar del evento al que tributa, la muestra no guarda un estrecho vínculo con el cine; antes bien, nos propone un sugerente acercamiento al trabajo de seis jóvenes creadores en franca búsqueda de sus respectivas poéticas. No hay didactismo en estas obras; no fueron ideadas y ensambladas a partir de un concepto académico o clásico de belleza ni pretenden gustar. Fiel a los presupuestos del arte actual, sus artífices están centrados en el despliegue aquí, ahora, de un statement estético que no espera “transmitir” o “decir algo”. Más bien, procura empatizar con el espectador generando en él estados emocionales, dudas, inquietudes, rechazos, ausencias...
Evelynn es una curadora que cree y aplica firmemente el dominio del curador. Ello se manifiesta con claridad en el propio título de la exposición. Desde el primer momento, ha escogido un perfil, una línea de trabajo específica, lo cual resulta encomiable en un contexto cultural donde no escasean las propuestas curatoriales deficientes, difusas, sin un soporte investigativo o un basamento conceptual claro y evidente.
En estrecha consonancia con el contexto donde trabaja, Álvarez apuesta diariamente por apartarse de dichas ausencias, así como de los lugares comunes que también abundan en nuestra producción simbólica más actual, para moverse por caminos asociados con lo experimental y lo procesual, con la constante generación de sentidos y la reestructuración de jerarquías, con la provocación y la polisemia. Es una curadora centrada en la disolución de los límites de lo artístico, en los cuestionamientos del artefacto obra-de-arte entendido como un objeto destinado a trascender en el tiempo, saturado de sí mismo, resuelto a partir de procedimientos tradicionales. Antes bien, persigue y prioriza obras de carácter procesual, muchas veces centradas en los mecanismos internos del ensamblaje, develando la ilusión que implica lo artístico. De hecho, las piezas incluidas en la muestra nos resultan incompletas, no terminadas, pues, para su curadora, el proceso de creación es, también, parte de la experiencia estética. Es como si, durante el montaje de la exposición, Evelynn hubiera alzado la voz para advertirle a los artistas: “¡muchachos, esto lo inauguramos mañana! Seguiremos conformando las obras después”.
¿Cuándo las terminarán? Quizás nunca: más que las piezas a exhibir, el camino que las gesta y su perpetua reconfiguración. Lo que vemos no es más que una de las tantas formas que dichas propuestas pueden asumir. Una posibilidad; una versión en un universo específico. Pero hay otras versiones, como existen otros universos, y aguardan, latentes, dentro de sus imágenes concretas, esas que podemos ver aquí, ahora.
Si usted es un amante de un tipo de arte hermoso, masivo y fácilmente degustable, no pierda el tiempo de visitar Una cosa piensa el borracho y otra la bartender. Ahora, si usted apuesta por un arte impreciso, incómodo, difícil de catalogar, gestado sobre la marcha y en función del espacio expositivo, esta muestra le resultará interesante. Usualmente, en mis comentarios sobre artes visuales, me acerco, desde la perspectiva iconográfica, a una que otra pieza (casi siempre a las que, desde mi punto de vista, más valores tienen o más llaman mi atención). Ahora me privaré de hacerlo. Pudiera mencionar a dos o tres artistas y un par de trabajos, pero prefiero que sea usted quien se enfrente a ellos y saque sus propias conclusiones.
En cuanto tenga una oportunidad, lléguese al Pabellón y recorra Una cosa piensa el borracho..., a ver qué le provoca, a ver qué siente o qué ideas le genera. No pretenda entender algo: no es obligatorio. El arte no siempre se percibe y valora desde una perspectiva racional.