NOTICIA
Un agosto compartido
Sin altisonancias, sin dramatismos enfáticos, con un contención ejemplar transcurre Agosto, la ópera prima de Armando Capó Ramos. Es la historia de una familia cubana, una entre las tantas que vivieron la fuerte crisis económica y social de mediados de los noventa, ofreciendo muestras de resistencia, estoicismo y resignación ante el imperio de las circunstancias.
La película narra algunas de las peripecias de un verano particularmente duro, el del 94, marcado por la emigración de muchos cubanos en varios tipos de embarcaciones, algunas de ellas endebles balsas. Un adolescente vive junto a sus padres, abuela y amigos una sucesión de acontecimientos que lo ponen ante una disyuntiva.
Es, en definitiva, una historia de crecimiento, cuyo fondo y escenario no son nunca adjetivos. Pero el realizador supo encontrar el tono justo para que la balanza no se inclinara hacia el lugar común o el “folclorismo” fácil que tantas producciones han prodigado. No hay didactismo ni explícitos posicionamientos políticos, pero no significa que no sea una película comprometida.
Cierto minimalismo en la puesta calza a la perfección el naturalismo de las interpretaciones. Aquí no hay regodeos esteticistas, y sin embargo es notable la belleza. La intensidad del drama contrasta sugerentemente con el sosiego del planteamiento.
Después del clímax, el desenlace llega sin sobresaltos, como una metáfora entrañable y sutil de la capacidad de tantos de seguir adelante.
Agosto concursa en el apartado de Óperas Primas del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.
Texto tomado de Cubasi: