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Wichy Nogueras

Wichy Nogueras y el cine, otro modo de jugar

Lun, 07/06/2020

“El cine cubano de ficción se ha nutrido hasta hoy, básicamente, de guiones originales más que de obras literarias. Ello se ha debido, en parte, a la urgente necesidad de elaborar un lenguaje propio que tenían ―en los primeros años de poder revolucionario― los jóvenes cineastas de la Isla; pero también ―es justo reconocerlo― a que la narrativa, que debía haber aportado una especie de ‘reserva’ (en la cual nuestros realizadores cinematográficos encontraran temas para sus filmes) era y en cierta medida es aún relativamente escasa en un país que, como Cuba, ha tenido siempre una más sólida y sostenida tradición poética”.

Tales palabras escribió el escritor, guionista y periodista Luis Rogelio (Wichy) Nogueras (La Habana, 1944-1985) en un texto escrito probablemente como una ponencia para una de las ediciones del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano y hoy recogido en el libro De nube en nube.

Autor de las novelas Y si muero mañana, Nosotros los sobrevivientes y El cuarto círculo, esta última en colaboración con Guillermo Rodríguez Rivera, y los poemarios Cabeza de zanahoria, Las quince mil vidas del caminante, Imitación de la vida, El último caso del inspector y Nada del otro mundo, además de la antología poética Hay muchos modos de jugar, publicada póstumamente, Wichy, uno de los autores cubanos más reconocidos y prolíficos de su generación, incursionó notablemente en ese cine al que se refería, como realizador y guionista. 

Su trabajo más reconocido es el guion de El brigadista, largometraje estrenado en 1977 por Octavio Cortázar sobre la campaña de alfabetización realizada en Cuba en 1961 y protagonizada por miles de jóvenes; en este caso, la historia de uno de ellos, de procedencia urbana, y su llegada a un pequeño pueblo cercano a Playa Girón, donde deberá vencer la resistencia de varios de sus pobladores, debido a su juventud, y habituarse a un medio extraño. 

El filme, protagonizado por Salvador y Patricio Wood, René de la Cruz, Luis A. Ramírez y Mario Balmaseda, obtuvo importantes galardones, como el Oso de Plata a la mejor ópera prima en el xxvii Festival Internacional de Cine, en Berlín Occidental, Alemania, 1977; el Catalina de Oro, en el xviii Festival Internacional de Cine de Cartagena, Colombia; Premio Pelayo, máximo galardón en el xvii Certamen Internacional de Cine para la Infancia y la Juventud, en Gijón, España, 1977; y el premio al filme cubano que mejor sirve a la promoción humana y al desarrollo, en el iii Festival de Cine, Radio y Televisión de la Uneac, en La Habana, 1986. 

En el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) “trabajó la mayor parte de su vida”, desde que ingresó en mayo de 1961, y además, “nos dejó una obra extensa e intensa en los terrenos donde siempre brilló su imaginación, su talento, su don como creador auténtico que todos recordamos, sin nostalgia, como un gran amigo, y un notable intelectual cuya presencia nos resulta cotidiana por el impacto de su personalidad, por su gracia, por su simpatía y por su obra perdurable y vigente”, comentó Pablo Pacheco en la apertura de la exposición Juegos de manos… juegos villanos…, en el Centro Cultural Cinematográfico Fresa y Chocolate, en 2010.

Entre 1961 y 1964, Wichy trabajó en la Enciclopedia Popular, con Octavio Cortázar, realizando cortos de diez minutos de duración que apoyarían la Campaña Nacional de Alfabetización; y más tarde, en el Departamento de Dibujos Animados, donde fue dibujante, auxiliar, asistente de cámara y director de cortometrajes. 

También escribió guiones, realizó diseños para los dibujos animados, y trabajó como asistente de cámara en Macroti, un Noé cubano y en la animación de Gallito de papel, corto que se exhibió en 1964 en el Festival de Leipzig, Alemania, y en el Festival de Annecy, Francia. Inició, además, la filmación de Sueño en el parque, cortometraje en colores de ocho minutos de duración, conocido también como La raya, que se presentó en varios festivales de cine de animación, entre ellos en Mamaia, Rumanía. 

En 1968 Wichy colaboró nuevamente con Octavio Cortázar en el cortometraje Acerca de un personaje que algunos llaman San Lázaro y otros llaman Babalú, y en 1975, poco antes de El brigadista, fue coguionista de Las Marianas, documental del mismo realizador. En 1979 trabajó con Miguel Torres en el proyecto del libro Historia de una batalla, que recogería 20 años de cine cubano a partir de la fundación del ICAIC, y nuevamente con Octavio, en 1980, realiza la escritura del guion del filme Guardafronteras, que obtuvo varios premios en festivales. 

Ese año Wichy Nogueras se reincorpora al ICAIC como guionista, es nombrado jefe de redacción de la revista Cine Cubano, de la que edita diez números (del 101 al 111) y participa en festivales internacionales y seminarios relacionados con el cine. Con Miguel Torres, en 1981, escribió el guion del filme Leyenda y viajó a Vietnam, por segunda vez, ahora con el documentalista Bernabé Hernández, para participar en la semana de cine cubano en Hanoi. 

En Canadá y Dinamarca participaría también en las semanas de las realizaciones cubanas en estos países, y en Italia, en 1984, asistió al Festival de Cine de Pesaro. Escribe con Víctor Casaus el guion del documental Que levante la mano la guitarra, dirigido por este último, sobre la vida y obra de Silvio Rodríguez; y trabaja junto con el escritor venezolano Ednodio Quintero y el cineasta Michael New en el guion de la coproducción cubano-venezolana Cubagua. 

En estos años, desde las páginas de publicaciones como El Caimán Barbudo, Cuba Internacional y Cine Cubano, así como en congresos, eventos y festivales realizados en Cuba y en otros países, Wichy Nogueras compartió artículos, críticas y ponencias, principalmente enfocadas a los filmes cubanos. Su fallecimiento, ocurrido prematuramente el 6 de julio de 1985, lo encontró trabajando en un guion, con Eduardo Heras León, para un filme de Manuel Pérez.